Durante la JMJ Lisboa 2023, el Papa Francisco recalcó la importancia de las vocaciones en la iglesia católica al decir que en la Iglesia hay espacio para todos. Y es así, la Iglesia Católica es tan variada y sabia que nos ofrece múltiples oportunidades para, como comunidad, trabajar juntos, entonces la pregunta sería, ¿cómo encajo yo dentro de la Iglesia Católica? La respuesta la conseguirás en este artículo:
Vocaciones en la Iglesia Católica
Al ser creado por Dios, todos tenemos un propósito de vida. Él ha querido para cada persona, un proyecto único e irrepetible, pensado antes de nuestro nacimiento y con miras de alcanzar la Santidad. Toda la humanidad está llamada a la Santidad y a Evangelizar el mundo.
Vocación de Laico
El Catecismo de la Iglesia Católica nos ayuda a entender que se trata de todos los cristianos bautizados, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia, que forman el Pueblo de Dios y que participan a su manera de las funciones de Cristo, a ello se refiere la vocación de Laico.
Los laicos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. Asimismo los laicos están encargados por Dios, de forma individual o agrupados en asociaciones, de trabajar para que el mensaje divino de Salvación sea conocido y recibido por todos los hombres y en toda la tierra.
Esta obligación es tanto más apremiante cuando solo por medio de ellos los demás hombres pueden oír el Evangelio y conocer a Cristo. En las comunidades eclesiales, su acción es tan necesaria que, sin ella, el apostolado de los pastores no puede obtener en la mayoría de las veces su plena eficacia.
Vocación del Matrimonio
Dios creó al hombre y a la mujer por amor y nos ha llamado también al amor que es la vocación fundamental e innata de todo ser humano. En este sentido, la vocación del matrimonio es la representación de la unión de Cristo con la Iglesia, en el que da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; esta gracia perfecciona el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna.
En este sacramento el hombre y la mujer pasan a ser uno, un mismo cuerpo, una misma carne y que el consentimiento que los esposos se dan entre sí es sellado por el mismo Dios. Esta alianza ante Dios no podrá ser disuelta jamás, partiendo de que es un acto libre entre los esposos.
Hay que reconocer que es Dios mismo quien se hace presente en este sacramento y por esta misma razón Él permanece con los esposos, les da la fuerza de seguirle tomando su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las cargas de los otros y de amarse con un amor sobrenatural, delicado y fecundo.
«La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar”.
Vocación a la Vida Consagrada
Esta vocación a la Vida Consagrada o estado de vida consiste en la profesión de los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia), aunque no pertenezca a la estructura de la Iglesia, pertenece, sin discusión a su vida y a su santidad.
Quienes asumen libremente al llamamiento de la vida consagrada tienen la obligación de practicar la castidad en el celibato por el Reino, la pobreza y la obediencia. La profesión de estos consejos en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia es lo que caracteriza la «vida consagrada» a Dios.
El estado de vida consagrada aparece por consiguiente como una de las maneras de vivir una consagración «más íntima» que tiene su raíz en el Bautismo y se dedica totalmente a Dios.
En la vida consagrada, los fieles de Cristo se proponen, bajo la moción del Espíritu Santo, seguirle más de cerca a entregarse a Dios por encima de todo y, persiguiendo la perfección de la caridad en el servicio del Reino. Así lo define el Catecismo de la Iglesia Católica.
Dentro de la vocación a la Vida Consagrada también hay una diversidad de representaciones, si deseas conocer más, puedes leerla en nuestro ebook Cómo encontrar Mi vocación.
Vocación del Orden
La vocación del Orden, según el Catecismo de la Iglesia Católica, está fundada por el mismo Cristo en sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es el Sacramento del Ministerio Apostólico. Por el Bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta participación se llama «sacerdocio común de los fieles».
A partir de este sacerdocio y al servicio del mismo existe otra participación en la misión de Cristo: la del ministerio conferido por el sacramento del Orden, cuya tarea es servir en nombre y en la representación de Cristo a todos los fieles.
Algo importante que acotar es que la presencia de Cristo en este ministro no debe ser entendida como si el sacerdote o religioso estuviese exento de todas las flaquezas humanas, es decir, del pecado, entendiéndose que el único ser perfecto en el universo es Dios.
Sin embargo, las gracias recibidas por los sacramentos que el sacerdote o religioso administre no son impedidas por el pecado del ministro en sí, como por ejemplo en el sacramento de la reconciliación/confesión o hasta la misma Consagración en la Eucaristía.
El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos seguida de una oración de consagración solemne que pide a Dios para el ordenando las gracias del Espíritu Santo requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble.
Es al mismo Cristo Jesús, Sacerdote, a cuya sagrada persona representa el ministro. Este, ciertamente, gracias a la consagración sacerdotal recibida se asimila al Sumo Sacerdote y goza de la facultad de actuar por el poder de Cristo mismo (a quien representa) dice el Papa Pío XII.
Como no es de esperar, dentro de la vocación del Orden también hay una jerarquía o como se conoce 3 grados: Obispos, Presbíteros y Diáconos, si quieres profundizar en ello, lee nuestro ebook Cómo encontrar Mi vocación es un recurso que te ayudará en tu proceso de discernimiento.