Ana Catalina Emmerick relata el episodio que pudo haber vivido Jesús en el Huerto de los Olivos, dice que, al entregarse en satisfacción de nuestros pecados, hacía volver su Divinidad al seno de la Trinidad Santísima.
De manera que «Así, concentrado en su pura, amante e inocente humanidad, y armado solo de su amor inefable, la sacrificaba a las angustias y a los padecimientos.
Postrado en tierra, inclinado su rostro y sumergido en un mar de tristeza, todos los pecados del mundo se le aparecieron bajo infinitas formas en toda su fealdad interior; los tomó todos sobre sí, y ofreció una oración a la Justicia.»
Anna Catalina Emmerick fue elegida por Dios para revelarle muchas escenas de la vida de Jesús, no solo sobre Su pasión, sino también el Nacimiento, partes de Su vida oculta, momentos de la Virgen María, San José y los apóstoles. Nos hemos dado la tarea de recolectar esta información en forma de libro los cuales puedes conseguir aquí.
¿Quién es Ana Catalina Emmerick?
Es muy impactante leer todos los relatos de Ana Catalina Emmerick, una mística nacida en Alemania, Coesfeld en 1774 y fallecida en Alemania, Dülmen en 1824.
Fue una monja bendecida ya desde su niñez con un don, acorde a su intensa devoción: acceder a un conocimiento directo de la vida de Jesús, de la Sagrada Familia, de los apóstoles y de los santos.
Son sus “visiones”, a través de las que no sólo contempla los sucesos históricos, sino que es capaz de percibir los sentimientos y pensamientos de los protagonistas.
Cabe resaltar que la película ‘‘La Pasión de Cristo’’ de Mel Gibson, está inspirada en las visiones de Ana Catalina. El 3 de octubre de 2004 San Juan Pablo II la beatificó junto a otros 4 beatos. El contenido expresado a continuación, está basado en las visiones de Ana Catalina.
Jesús en Getsemaní, en el Huerto de los Olivos
El Papa Emérito Benedicto XVI, en una Audiencia Papal, hace mención a que el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica enseña sintéticamente:
«La oración de Jesús durante su agonía en el Huerto de los Olivos o Getsemaní y sus últimas palabras en la cruz revelan la profundidad de su oración filial: Jesús lleva a cumplimiento el designio amoroso del Padre, y toma sobre sí todas las angustias de la humanidad, todas las súplicas e intercesiones de la historia de la salvación; las presenta al Padre, quien las acoge y escucha, más allá de toda esperanza, resucitándolo de entre los muertos» (n. 543).
Verdaderamente «en ningún otro lugar de las Escrituras podemos asomarnos tan profundamente al misterio interior de Jesús como en la oración del monte de los Olivos» (Jesús de Nazaret II, 186).